En el virreinato de Nueva España en el siglo XVIII, se puso de moda entre los miembros de la sociedad más
adinerados un género de pintura que reflejaba la diversidad racial de las
colonias: las llamadas "pinturas de castas". Es probable que gran
número de estos cuadros estuvieran destinados también a exportarse a España. La
palabra casta designaba a los grupos raciales resultado de la mezcla
de europeos, americanos y africanos en las colonias, donde pronto surgió un
sistema para clasificar las diferentes permutaciones. Esta clasificación estaba
relacionada en parte con la preocupación española por la llamada limpieza de sangre (la noción de que una persona con
antepasados judíos o moros no podía considerarse cristiano viejo y por consiguiente de sangre limpia).
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