Circunstancias diferentes.
Reporte y opinión del texto “Herencia Viva” del libro “El
alma de México”.
Pienso ahora que, ese “renacimiento mexicano”, el del
movimiento cultural nacionalista posrevolucionario a partir de los años 20’s donde
surge la fundación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el muralismo, y
ya en los 30’s el flamante y no menos romántico nacionalismo de Cárdenas,
resulta cuestionable. Y es que tal periodo de cambios fue intensamente
criticado y hasta cierto punto descalificado en tiempos posteriores, y claro,
circunstancias diferentes. El afán de
un gobierno posrevolucionario y los promotores culturales del periodo moderno
como Vasconcelos, de inspirar a un pueblo cansado de enfrentamientos, portador
de efectos traumáticos por tanta muerte y dolor ocasionado en la revolución no
fue suficiente. La idea, la del seguir adelante para mejorar la economía y la
reivindicación de la república y sociedad parecía mostrar desperfectos; resultó
que el amor por lo nacionalista, sus símbolos y esencias no habrían de ser el
motor para mejorar la sociedad mexicana; el pintor José Luis Cuevas, por
ejemplo, se dedicó a sostener incansablemente lo anterior. Cuevas tituló
aquello, en uno de sus escritos, como “la cortina del nopal”.
Inmaduro, es el estado que los contemporáneos, ya en
circunstancias indiferentes, asimilaban del nacionalismo y lo que tal
propiciaba, así como lo que no. Sin embargo, considero en lo personal, aquellos
fueron muy duros contra sus maestros o anteriores actores del medio. Considero
que, y volviendo a citar a Cuevas, este no fue amable en cuanto a su crítica
puesto que en las tendencias modernas de tintes nacionalistas también había contemporaneidad.
Por ejemplo, el caso polémico entre O’ Gorman VS Siqueiros y los murales de
Ciudad Universitaria; O’ Gorman insistía en que "La pintura mural de Siqueiros en Ciudad Universitaria me parece una derrota de la pintura mexicana dentro del concepto que de ella se tiene en el mundo",
mientras que Siqueiros replicaba criticando el mural de O Gorman e insinuando
su mediocridad discursiva.
Los modernos debatieron, cuestionaron, teorizaron e
innovaron, pero también no dejaron de ser partícipes e impulsores del proyecto
de nación del gobierno; he ahí la severa crítica de Cuevas. Sin embargo
aquello, pienso yo, se debió a meras circunstancias del contexto y de algo que
ni siquiera el propio Cuevas, en repito, circunstancias diferentes, se ha
podido resistir: convivir con instituciones.
Así como el aspecto institucional anterior, existen otros
paralelismos entre modernistas y contemporáneos, como lo es el caso del
extranjero que toma lo de allá como si se tratara de un suvenir y lo reinterpreta
acá, en su país. Sin los viajes de Rivera y Siqueiros, así como Silvestre
Revueltas o Carlos Chávez, estos no hubiesen generado sus discursos, obras y
posturas tal cual se les conoce y reconoce hoy en día; lo mismo sucedió con los
contemporáneos. Y es que lo importante detrás de esa aparente discordancia
entre ambos periodos no radica en definir cuál fue mejor periodo, sino en sus
ideales o modelos a seguir; tan sólo eso. Si los contemporáneos intentaron
romper con sus antecesores debieron echar la mirada abajo y observar sobre qué
estaban parados.
Hoy en día el paisaje es mejor, más claro, menos sectario.
Hoy tenemos más apoyo a la cultura y las artes, hoy tenemos más cuidado de
nuestra historia y sus patrimonios, que en tiempos modernos e inclusive
contemporáneos no gestionaban como hoy, ni la sociedad sensibilizaba como hoy.
Qué decir de la imagen; era el año del 68, tiempos ya contemporáneos, y los
estudiantes estaban tan molestos que no les importó tomar asiento sobre las
ruinas de Tlatelolco y sobre las mismísimas fachadas escultóricas como aparece
en la parte derecha sobre el muro de la pirámide. Hoy es imposible de ver tal
atrevimiento sin desesperar. Hoy son otras circunstancias; diferentes a las
de los modernos y contemporáneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario