miércoles, 3 de octubre de 2012

Carita sonriente de Veracruz (Contemporanización)












Las caritas sonrientes constituyen un género de la alfarería prehispánica de Mesoamérica que identifica especialmente a la cultura del Centro de Veracruz, de la cual son exclusivas. Se trata de pequeñas piezas de barro cocido que representan rostros humanos sonriendo. En el universo de las representaciones antropomorfas mesoamericanas son excepcionales, puesto que el arte mesoamericano se caracteriza por sus retratos hieráticos (se aplica a la expresión o gesto que no muestra los sentimientos)  y por el esquematismo de las representaciones humanas.
En estricto sentido, no se trata de representaciones faciales. Las caritas sonrientes constituían parte de efigies de cuerpo completo, que se desprendieron con el paso del tiempo. Existen piezas prehispánicas completas con rostros sonrientes, todas procedentes del centro de Veracruz.
Se desconoce cuál era la función de estas figuras de cerámica, que se han encontrado en sitios como Remojadas, Cerro de las Mesas, Nopiloa, El Tajín y Xiutetelco, sitios en los que la cultura clásica del Centro de Veracruz tuvo su mayor florecimiento. Se han propuesto varias hipótesis.
 (1) Las piezas serían representaciones de sujetos en trance por el uso de alcaloides en rituales religiosos y sacrificiales.
 (2) Podrían ser representaciones de personajes importantes provenientes de diversas regiones de Mesoamérica, los cuales se identifican por el tipo de tocado que portan.
 (3) Se trataría de representantes del culto de las deidades de los alimentos, del juego, y de los placeres, llamados Xochipilli, Macuilxochitl, y Xochiquetzal por los Aztecas (Alfonso Medellín). 

Interpretación  del Asesor académico Alfonso Martínez Zúñiga Universidad Autónoma Metropolitana:

Las sonrisas que muestran  las esculturas antropomorfas llamadas ¨caritas sonrientes¨, encontradas en las cercanías de la pirámide del Tajín, representa el enigma más atrayente de toda la cultura prehispánica, pues es el único vestigio en el que hallamos la sonrisa como goce intelectual.
En el códice prehispánico Magliabecci se registran ceremonias totonacas entre las que se encuentran la fiesta del volador, el juego de pelota y la fiesta que los indios llaman tlaca xipeualitzli que quiere decir, ¨Desóllame y comereis¨. El nombre se debe a que en ella matan a una persona que esta atada a una rueda de piedra por parte de otra persona, ambas armados con palos en la mano, una vez que lo mataba procedía a desollarlo y vestirse con su piel para así bailar delante del demonio que llamaba tlacateu tezcatepocatl . Este ritual fue transmitido por la cultura tolteca hacia la mexica.
Por otra parte, entre los fragmentos de las tragedias griegas se conserva el mito del sátiro Marsias. Tras la muerte de la Gorgona medusa, sus dos hermanas prorrumpieron en quejas que Atenea comenzó a remedar soplando un hueso de ciervo.  Pero la burla se volvió contra Atenea: al soplar se le deformaba la cara y los dioses se burlaban de ella, por lo cual tiró al suelo el instrumento, no sin antes maldecir quien osara recogerlo.
El sátiro Marsias lo recogió y retó a Apolo a un concurso de música, al fin venció el dios y como castigo por su soberbia a Marsias se le desolló vivo y su piel se colgó de un árbol.
Tanto la fiesta totonaca como el mito griego contienen elementos en común, Respecto a la flauta si bien no aparece en la fiesta totonaca, las caritas sonrientes, que empezaron siendo flautas con embocadura en la parte superior, suplen esta ausencia y agregan el enigma de la risa, que tiene su correspondiente en la cultura griega con la risa de Demócrito. En ambos casos, fiesta y mito, hallamos el desuello; en uno el resultado es el baile, en la otra, nueva armonía.
Según el antropólogo Alfonso Medellín, las caritas sonrientes  esgrimen una sonaja en alguna de sus manos, siempre en actitud de hacerla resonar.  Junto con la fiesta totonaca, la de las flautas, desuellos y baile, entonces, vemos las figuras sonrientes, silbato y la arquitectura de la pirámide Tajín. Todo ello nos proporciona los elementos para intentar la interpretación de la cultura totonaca a partir de la totalidad de sus expresiones artísticas.
Por otro lado en  la cultura totonaca el número siete significa familia y sus múltiplos serán las organizaciones del creciente clan totonaco, todo ello constituye la creación de una nueva organización social.
Entendidos todos los elementos desde el método del bricolaje, podemos interpretar el conjunto como la lucha entre los representantes de una organización social caduca (instrumento antiguo maldecido, por un lado; atadura al pasado, que impone limitaciones a los hombres, por otro) y los que quieren una vida mejor, una vida nueva, una organización social (libertad que les permite crear nuevas relaciones sociales aquí, con instrumentos nuevos y efectivos allá). Y el triunfo de ésta impone la nueva armonía por la cual se baila y se ríe con la terrible risa.

http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/44_iv_jun_2011/casa_del_tiempo_eIV_num_44_20_22.pdf



En lo que concierne a la pieza contemporanizada, ésta la lleve a cabo a través de un proceso que involucra las nuevas tecnologías como lo es la utilización de la fotografía digital y su manipulación a través del programa de computo Photoshop, la intervención  y manipulación de  la imagen de una de las caritas sonrientes, consiste en  la resignificación a través del  cambio de gesto que proyecta esta carita, invirtiéndo su gesticulación  expresa un postura de infelicidad, ello  lo provoca otro elemento clave para entender esta expresión, y éste es el emblema del Partido Revolucionario Institucional, (todo lo que ello simboliza, me falto colocar el emblema del PAN y del PVEM) esta composición obedece lo que a mi juicio representa este partido, no creo necesario ahondar en ello en ésta época tan lamentable que la clase política mexicana nos ha sumergido,  la situación actual tanto económica como socialmente me hace sentirme  afectado al igual que a mucha gente, ello me provoca  tener la necesidad de expresarme y he encontrado mediante este ejercicio artístico la forma de hacerlo,  otro de los motivos por los que retomo esta pieza es dada la afinidad que tengo con la interpretación que resuelve Alfonso Martínez  en torno a la interpretación de estas piezas arqueológicas.

La contemporanizacón de ésta pieza no sólo involucra su manipulación mediante métodos digitales, sino que la transporto más allá al reproducirla como calcomanía, o propa como la conocen los jóvenes, para posteriormente colocarla en los espacios públicos a la que desde un principio esta destinada, la pieza en sí no sólo la contemporanizo desde un soporte dado sino que a ella la he transformado en una imagen que se suma a la inconformidad social que permea mi entorno.

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