Tlalocan es el paraíso Tlaloc, el dios de la lluvia. A este sitio fértil y colmado de verdor llegan los seres que habían fallecido en algún acontecimiento de cualquier naturaleza relacionado directamente con el agua, por ejemplo, aquellos que murieron por ahogamiento o quienes fueron victimas del contacto fulminante de un rayo.
Era un lugar de sortilegio sobrenatural que se hallaba rumbo al Oriente, donde los habitantes dichosos parecían estar siempre saciados y alegres entre danzas y cantos. Este lugar se encuentra en un famoso fresco en Teotihuacan, representando un lugar de bienaventuranza sin limites.
Este era el hogar del dios Tlaloc, aquí mora con sus ayudantes, llamados tlaloques, seres que se sitiaban en las cuatro esquinas del mundo donde sostienen unos jarros en donde se concentran diferentes tipos de lluvia. En el instante que los tlaloques chocaban sus recipientes estos generaban truenos y cuando se rompían se suscitaban los rayos.
Tlaloc siempre vigilante de esto, con su mascara de anteojos de serpientes entrelazadas, su rostro pintado de amarillo triste, su ropa orlada de gotas de lluvia y sus fauces bestiales formando una entrada secreta al inframundo.
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