martes, 12 de febrero de 2013

¿La historia verdadera de la conquista de la Nueva España: su autor Hernán Cortés ?


El historiador y antropólogo francés, Cristian Duverguer, profesor de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, acaba de arrojar una bomba en las tranquilas aguas de la historia de la literatura en español y en la percepción del pasado de españoles y mexicanos. En su libro, Cónica de la eternidad, fruto de 10 años de investigación y presentado el jueves en la ciudad de México, demuestra que Bernal Díaz del Castillo nunca pudo escribir La historia verdadera de la conquista de la Nueva España y que su autor no fue otro que el propio Hernán Cortés como señalan las pruebas reunidas. El cronista-soldado, el testigo crítico de la Corona y de la versión oficial de la historia, el viejo cascarrabias sentimental, obsesionado con la recompensa económica y el reconocimiento de su gloria, el gran periodista de la Conquista de México se desvanecería para dejar su lugar al conquistador. El bachiller de Salamanca, el aventurero renacentista, el señor de la guerra satanizado por la historia, se convertiría así en un líder humanista y, como añade Duverger, “en el verdadero fundador, como dijo Carlos Fuentes de Bernal, de la novela latinoamericana”.
Crónica de la eternidad, escrita como una investigación policial que hace su lectura amenísima –“decidí no enfocar mi mensaje para el mundo académico y sus polémicas sino para el gran público”-, va señalando paso a paso las incongruencias de la Historia verdadera que impiden que Bernal Díaz del Castillo sea su autor. Pero ¿cómo nadie reparó en ellas en todos estos siglos? Duverger responde: “Muchos dudaron, pero la fuerza de los esquemas mentales, de los prejuicios, los disuadió. Yo pertenezco a una escuela de historiadores que fomenta la duda cómo método. Y lo primero que me sorprendió es que Bernal abre su crónica diciendo “terminé de escribirla el 26 de febrero de 1568 en Santiago de Guatemala, sede de la Audiencia (de los Confines)…”, cuando la Audiencia en esos años estaba ¡en Panamá! Nadie revisó eso, ¿por qué mis colegas no lo descubrieron?”
Esa fue la primera pista, pero vendrían más. Por ejemplo, Díaz del Castillo, que hace gala en su crónica de gran intimidad con Cortés durante la Conquista, no es citado por éste en ninguna de sus Cartas de relación ni aparece en ninguna lista de la época de los poco más de 500 hombres que le acompañaron; comienza a escribir a los 84 años lo que sería un caso portentoso de memoria; lo hace para enmendar la plana a la supuesta versión oficial de fray Francisco López de Gómara, pero suHistoria de la conquista de México publicada en Zaragoza en 1552 fue prohibida por la Inquisición al año siguiente y jamás viajó a América; presume de ser un soldado raso pero despliega una gran erudición con citas de clásicos griegos y latinos o de la Biblia impensables en alguien de su condición.

Además, sostiene el historiador francés, un análisis del estilo de la crónica revela que su autor estaba impregnado de prosa latina y construcciones propias del náhuatl, que solo alguien como Cortés, según Duverger, fascinado con México e “inmerso en un proceso de mestizaje pudo dejar que penetraran en su manera de escribir en castellano”. Dos características que coinciden con las Cartas de relacióndel conquistador.
Duverger va eliminando candidatos a la autoría entre la docena de compañeros de Cortés que sabían leer y escribir –ninguno pudo ser testigo de todo lo relatado- hasta toparse con el conquistador. Crónica de la eternidad, una segunda parte deCortés, la biografía más reveladora, publicada también en México por Taurus en 2010, comienza a desvelar el misterio al entrar en los años finales de éste cuando vuelve a España, un periodo al que se ha prestado poca atención.
Frente a la idea tradicional de un Cortés aislado y perdedor, el historiador se centra en la etapa (1543-1546) que pasó en Valladolid y descubre a un hombre intelectualmente muy activo, que organiza en su casa una academia en la que se dan cita los notables de la ciudad y se discute sobre temas como “el cronista y el príncipe” o “la historia oral y la historia documentada”.
En esos años, asegura Duverger, es cuando el conquistador, que ha visto cómo todas sus cartas al emperador Carlos V “no solo han sido prohibidas sino también quemadas en plaza pública” en 1527, concibe su plan. “Cortés decide que su público es el futuro. Está orgulloso de lo que hizo y es consciente de que la marca que el hombre deja en la tierra es más fugaz que los libros. Si la Corona quiere matar su memoria, borrarle de la historia, él sabe que su aliada es la posteridad”.
Cortés contrata a López de Gómara, a quien confía sus archivos para que escriba la historia oficial –en su testamento dejará dicho que se le paguen 500 ducados por el trabajo- al tiempo que él escribe sus memorias, “inventando al personaje del soldado anónimo con la libertad de un novelista”, dice el historiador, que subraya que la estructura de las dos obras es idéntica.
Cortés muere en 1547, la obra de Gómara es prohibida –“su poseedor corría el riesgo de pagar una multa altísima, equivalente al precio de 20 mulas”- y su manuscrito permanece oculto durante dos décadas. Pero la sublevación de los tres hijos de Cortes en México al frente de los herederos de los conquistadores contra las Leyes de Indias que amenazaban con confiscar sus propiedades en 1566 resucita el texto. La crónica escrita por Cortés viaja a América con intención de convertirse en el gran golpe de efecto que legitime la causa de los primeros criollos. La conspiración fracasa y los hijos del conquistador son detenidos y enviados al exilio. Antes, los hermanos envían “el documento a Guatemala, donde vive Bernal, uno de los pocos supervivientes de la Conquista” y cuya existencia está por primera vez documentada en 1544.
Su hijo, Francisco Díaz del Castillo, afirma Duverger, aprovecharía la oportunidad de mejorar su posición en sus pleitos “convirtiéndose en hijo de héroe”, haciendo modificaciones para incluir el nombre de su padre e incurriendo en flagrantes contradicciones “como criticar algunos párrafos de Gómara que nunca aparecieron en su versión dada a la imprenta” y que solo pudo conocer Cortés. El manuscrito sufriría algunas manipulaciones más hasta su definitiva impresión en Madrid en 1632 con el título que conocemos y la autoría de Bernal.
En la obra de Duverger, Cortés aparece como un héroe y Carlos V como un villano. “Para Cortés, el emperador es un personaje débil, que pasa el tiempo guerreando por Europa. No entiende que en plena era de las exploraciones, de la apertura de nuevas rutas comerciales, se desaproveche la oportunidad. Tras 15 años en Santo Domingo y Cuba, cuando entra en México instala una convivencia diferente a la de la Corona. Impone su visión mestiza y no la genocida que se ha practicado en el Caribe”.
“El México mestizo que conocemos hoy es producto de la visión de Cortés”, afirma el historiador, que espera impaciente la reacción del público de ambos lados del Atlántico a su hallazgo y sueña con que algún día la Historia verdadera se publique bajo el nombre de su verdadero autor: Hernán Cortés.
HERNAN CORTES

Huehuetéotl la pieza más grande de Teotihuacan.

 La escultura de Huehuetéotl, dios viejo o del fuego y dos estelas completas, así como el fragmento de otra, fueron localizados por los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la cúspide de la Pirámide del Sol, a 66 metros de altura de la estructura ubicada en Teotihuacan, estado de México.

La escultura de Huehuetéotl es la pieza más grande encontrada hasta ahora en la zona arqueológica, que junto con los otros objetos debieron decorar la cima del edificio piramidal hace unos mil 500 años, informó el INAH.

De acuerdo con el arqueólogo Alejandro Sarabia, las piezas se encontraron dentro de una fosa -de cuatro metros de ancho, 17 de largo y cinco de profundidad-, que data posiblemente de finales del siglo V o inicios del VI de nuestra era. El depósito fue parte del templo que los mismos teotihuacanos destruyeron en ese periodo; sin embargo, algunos elementos arquitectónicos se dejaron en su lugar original.

Añadió que la fosa fue excavada en tiempos prehispánicos para recuperar la ofrenda principal de la construcción, en un acto de desacralización y con el propósito de repartir su contenido en otros edificios públicos de la antigua ciudad.

Por su parte, la arqueóloga Nelly Zoé Núñez Rendón, también investigadora del Proyecto Pirámide del Sol, precisó que la poca profundidad a la que fueron halladas las piezas indica que cuando Leopoldo Batres consolidó la Pirámide del Sol, hace poco más de un siglo, únicamente cubrió la cima, sin antes haber excavado esta área.

La responsable de las excavaciones en la cúspide de la edificación destacó que los hallazgos destacan por su gran formato.

La escultura de Huehuetéotl, que se descubrió en 75 por ciento y fue realizada en andesita gris, tiene 58 centímetros de altura y pesa alrededor de 190 kilos. Esta representación conserva, en un caso inédito, parte de la pigmentación original sobre los diseños geométricos en bajorrelieve e iconográficamente.

Este descubrimiento -junto con el hallazgo en 1906, de un brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo sobre la plataforma adosada-, podría indicar que la Pirámide del Sol fue escenario de cultos de carácter ígneo y de finales de ciclos calendáricos.

Las estelas completas de piedra verde son lisas; la primera es de 2.56 metros de largo y 955 kilos y se encontró a 4.30 metros de profundidad, mientras que la segunda es de 1.40 de alto y 300 kilos; esta última se descubrió en la primera semana de diciembre pasado, poco antes de terminar la temporada de exploración de 2012.

Para su transportación a las oficinas del proyecto de investigación, se requirió del apoyo de personal de la zona arqueológica.

Durante la temporada de exploración arqueológica, efectuada de junio a diciembre de 2012, se buscó despejar las dudas sobre el sistema constructivo y el fechamiento de la gran pirámide.

Igualmente, se enfocó en otros espacios de la pirámide, como su base, cerca de la esquina noroeste, a fin de definir el punto de contacto entre la plaza de la construcción y la muralla que rodea al edificio.

Se excavaron, además, las dos escalinatas del primer cuerpo, con el objeto de encontrar evidencia de la decoración original, encontrándose una escultura, restos del talud y del tablero original, todos del siglo V d.C.

El resto de los trabajos se enfocaron a la consolidación arquitectónica en la fachada Sur, particularmente de un muro de relleno y su talud, y en la contención de la fachada Este.

De las excavaciones se dedujo que la estructura fue concebida desde el principio con la altura que hoy podemos apreciar, cercana a los 70, aunque posteriormente fueron ampliados sus dos primeros cuerpos, aumentando así su anchura.



Anteriormente, entre 2008 y 2010, los investigadores del INAH encontraron, a través de pozos estratigráficos, tres estructuras previas a la construcción de la Pirámide del Sol y dos ricos depósitos de materiales, uno de ellos, la ofrenda de consagración del edificio que data de fines del siglo I o comienzos del II.


Huehuetéotl es la pieza más grande encontrada hasta ahora en Teotihuacan
Fuente consultada:http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/02/12/205446783-hallan-gran-escultura-del-dios-del-fuego-en-la-piramide-del-sol