jueves, 29 de septiembre de 2011

La Malinche.

Indígena mesoamericana, intérprete y
compañera de Hernán Cortés, cuya labor fue fundamental en el proceso
de conquista de México. Nacida con el nombre de Malinali, era hija
de un cacique feudatario del Imperio azteca y su lengua era la náhuatl.
El tratamiento reverencial que recibía convertía su nombre en Malintzin
(de donde, en la deformación castellana, resultó Malinche).
Malinche fue vendida por sus padres a un cacique de Tabasco,
donde aprendió la lengua maya propia del territorio. Cuando el
conquistador Hernán Cortés llegó a la zona, el 12 de marzo de
1519, recibió como presente veinte jóvenes esclavas, entre las
cuales se encontraba quién, pese a que fue bautizada como Marina,
pasaría a ser más conocida como Malinche.
Las jóvenes fueron repartidas entre los hombres de Cortés,
resultando Malinche asignada a Alonso Hernández Portocarrero,
quien hubo de marchar a España comisionado por aquél, en julio
de 1519. Desde entonces, Malinche se convirtió en la amante de Cortés
así como en su intérprete. En un principio contó con la colaboración
en la traducción de Jerónimo de Aguilar, pero pronto habló la lengua
de los españoles. En 1523, Malinche tuvo un hijo de Cortés, Martín,
el primogénito aunque ilegítimo del conquistador. Participó en la
expedición que, en busca del rebelde Cristóbal de Olid hacia la región
de las Hibueras (Honduras), emprendió Cortés en 1524.
Por entonces, fue repudiada por Cortés y se casó con uno de sus
hombres de confianza, Juan Jaramillo, de quien dio a luz
una hija, llamada María, poco antes de fallecer.

El Grito de Independencia.







Mi visita en donde se presenció el Grito de Independencia no fue en
el centro cívico, fue en el parque Benito Juarez en Ciudad Coahuila
( Colonias Nuevas, BC.) aunque mi llegada fue un poco después del grito, pues
para mí siempre es la misma experiencia ya que la mayoría de la gente
que asiste sólo lo hace para embriagarse en un espacio público, pelearse por el
territorio o problemas superfluos, pasearse en los juegos de la feria, ir a
cenar y desvelarse hasta que el cuerpo no puede más; y no por recordar
los hechos que sucedieron ese mismo día y que personas valientes
fueron capaces de crear y obtener por fuerza de voluntad y acabar con
una represión. Me parece que la mayoría de las personas que estuvieron
esa noche en el parque no asistieron para recordar ese hecho histórico,
tal vez escucharon el discurso del delegado pero no lo procesaron como
debían porque estaban ansiosos de que se callara para tomarse
una cerveza o irse a comer unos tacos de birria, en lo personal fue
una experiencia no muy de mi agrado.

La Malinche, el Macho, Guadalupe-Tonatzin y la Chingada (tomado del texto "Los Hijos de la Malinche" de Octavio Paz)

Hablar de la Malinche es hablar de la construcción de la mexicanidad que nos rige hoy en día, de la dinámica que hasta la fecha impera sobre el día a día de nuestra nación. Hablar de este personaje histórico, junto al contexto en el que se desarrollo y junto a las otras figuras que resultan relevantes de este periodo, nos ayuda a comprender mejor el periodo de Conquista, los elementos principales de transición, y a la vez encontrar esos vestigios de todos estos personajes y características dentro de las relaciones interiores entre los individuos de este país.

Quizá nuestra situación geográfica, los factores culturales implicados en la vida en la frontera (transculturación principalmente), aunado al hecho de que México es un país centralista, ocasionan que el Malinchismo sea uno de los adjetivos a los que mas se nos vincula por nuestros compatriotas.

Para comprender mas a fondo esta situación es preciso comprender aquello que nos caracteriza como mexicano, y cual fue el proceso histórico ocurrido para llegar a tales conclusiones.

Un mexicano es un problema siempre, para otro mexicano y para si mismo. Ahora bien, nada mas simple que reducir todo el complejo grupo de actitudes que nos caracteriza – y en especial la que consiste en ser un problema para nosotros mismos- a lo que se podría llamar “moral de siervo”, por oposición no solamente a la “moral de señor”, sino a la moral moderna, proletaria o burguesa.

Esta actitud la podemos ver reflejada en la forma de relacionarnos entre nosotros, por lo general siempre a la defensiva con respecto a los demás, siempre prefiriendo ver a alguien ajeno a nuestro país obtener el logro que a uno de los nuestros, buscando siempre la falla en el destacado, señalando errores irrelevantes en aquello que logra llamar la atención, siempre comportándonos como se dice popularmente como “cangrejos en un hoyo”.

La desconfianza, el disimulo, la reserva cortes que cierra el paso al extraño, la ironía, todas, en fin , las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada que teme y que finge frente al señor (ejemplo de esto es que al ser llamados por un tercero respondemos a este con un “mande”, denotando estar a su servicio, en vez de denotar una comunicación entre iguales). Es revelador que nuestra intimidad jamás aflore de manera natural, sin el acicate de la fiesta, el alcohol o la muerte. Esclavos, siervos y razas sometidas se presentan siempre recubiertos por una mascara, sonriente o adusta. Y únicamente a solas, en los grandes momentos, se atreven a manifestarse tal como son. Todas sus relaciones están envenenadas por el miedo y el recelo. Miedo al señor, recelo ante sus iguales. Cada uno observa al otro, porque cada compañero puede ser también un traidor. Para salir de si mismo el siervo necesita saltar barreras, embriagarse, olvidar su condición. Vivir a solas sin testigos. Solamente en la soledad se atreve a ser.

Claro ejemplo de esto es el siempre sentirnos menos ante el extranjero, sin importar el como se desempeñaba socialmente en su cultura de origen, los meritos obtenidos en ella, la condición de extranjero siempre impera sobre la impresión que recibimos de él, rara vez cuestionamos que tan valida es su presencia en el ámbito dentro del que permitimos que se desarrolle, el simple hecho de no pertenecer a nosotros lo valida ante nosotros.

El carácter de los mexicanos es un producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México, que es la historia de esas circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas, la situación del pueblo durante el periodo colonial seria así la raíz de nuestra actitud cerrada e inestable. Nuestra historia como nación independiente contribuiría también a perpetuar y hacer más neta esta psicología servil, puesto que no hemos logrado suprimir la miseria popular ni las exasperantes diferencias sociales, a pesar de siglo y medio de luchas y experiencias constitucionales. El empleo de la violencia como recurso dialéctico, los abusos de autoridad de los poderosos – vicio que no ha desaparecido todavía- y finalmente el escepticismo y la resignación del pueblo, hoy más visibles que nunca debido a las sucesivas desilusiones posrevolucionarias, completarían esta explicación histórica [1] (resulta difícil creer hoy en día que en efecto un político puede fungir como agente de cambio social, creer incluso en manifestaciones de descontento como la desobediencia social, y mas aun, creer posible la unificación como pueblo mexicano para nuestro beneficio, parece ser que en lo único que el mexicano cree, es en el inevitable fallo o mal logro de cualquier meta emprendida, ya sea un torneo de futbol, ya sea algún proyecto viable para provocar algún mínimo cambio que resulte en algo positivo para la comunidad).

Los hechos históricos no son nada mas hechos, sino que están teñidos de humanidad, esto es, de problematicidad.

La historia no es un mecanismo y las influencias entre los diversos componentes de un hecho histórico son reciprocas. Un hecho histórico no es la suma de los llamados factores de la historia, sino una realidad indisoluble. Las circunstancias históricas explican nuestro carácter en la medida que nuestro carácter también las explica a ellas.

Todo lo que es el mexicano actual, puede reducirse a esto: el mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo.

Sin embargo existen ciertas características y circunstancias en las que el mexicano se atreve a ser el mismo y expresarse como tal. Según Octavio Paz donde el carácter mexicano no tiene miedo del el mismo, donde se permite ser, es aquel en el de la tradición oral, no de manera formal, si no en su expresión popular, en el lenguaje que utiliza diario. En este lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las mas brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones.

Estas palabras son definitivas, categóricas, a pesar de su ambigüedad y de la facilidad con que varía su significado. Son las malas palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de todos.

Es quizá donde la diferencia entre lenguajes encuentra su mas clara identidad. Esa palabra es nuestro santo y seña. Por ella y en ella nos reconocemos entre extraños y a ella acudimos cada vez que aflora a nuestros labios la condición de nuestro ser. Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡Viva México, hijos de la Chingada!. Con esta frase nos afirmamos y afirmamos a nuestra patria, frente, contra y a pesar de los demás. ¿Y quienes son los demás? Los demás son los “hijos de la chingada”: los extranjeros, los malos mexicanos, nuestros enemigos, nuestros rivales, en todo caso, los “otros”.

¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre” mexicana que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre.

En México los significados de la palabra son innumerables. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos. Pero la pluralidad de significaciones no impide que la idea de agresión –en todos sus grados, desde el simple de incomodar, picar, zaherir, hasta el de violar, desgarrar y matar- se presente siempre como significado ultimo.

La idea de romper y abrir reaparece en casi todas las expresiones. Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo, agresivo y cerrado.

Quizá en el uso y tradición de esta palabra, y esta parte del lenguaje en especifico, es donde el pensamiento occidental no logro ganar terreno, pues son usadas en una forma dual, tanto para connotar algo bueno como algo malo, y ambas implicaciones siempre están presentes en el usuario de ellas.

La palabra chingar, con todas estas múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.

La Chingada es la Madre abierta, violada o burlada por la fuerza. El “hijo de la Chingada” es el engendro de la violación, del rapto o de la burla. Si se compara esta expresión con la española, “hijo de puta”, se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, en ser fruto de una violación.

Otra de las figuras emblemáticas que nos distingue comos mexicano es la del “macho”, esta guarda una estrecha semejanza con la figura del conquistador español. Ese es el modelo –más mítico que real- que rige las representación que el pueblo mexicano se ha hecho de los poderosos: caciques, señores feudales, hacendados, políticos, generales, capitanes de industria. Todo ellos son “machos”, “chingones”.

Durante el periodo de conquista es importante enunciar o identificar todas aquellas figuras que habrían de trascender en la memoria colectiva del pueblo mexicano, y que, a fin de cuentas, han de ser aquellas que forjan la identidad bajo la cual hoy en día nos regimos. Aunado a esto, las figuras que servían como ejemplo en aquel momento son clave para la transición de un sistema de creencias a otro, del traslado de una forma de pensamiento a la imposición de uno nuevo. Rastros de estas creencias pueden ser encontrados en el sistema religioso que nos rige hoy en día.

El mexicano venera al Cristo sangrante y humillado, golpeado por los soldados, condenado por los jueces, porque ve en él la imagen transfigurada de su propio destino. Y esto mismo lo lleva a reconocerse en Cuauhtémoc, el joven emperador azteca destronado, torturado y asesinado por Cortés.

La Conquista coincide con el apogeo del culto a dos divinidades masculinas: Quetzalcóatl, el dios del autosacrificio (crea el mundo, según el mito, arrojándose a la hoguera, en Teotihuacan), y Huitzilopochtli el joven dios guerrero que sacrifica. La derrota de estos dioses –pues eso fue la Conquista para el mundo indio: el fin de un ciclo cósmico y la instauración de un nuevo reinado divino- produjo entre los fieles una suerte de regreso hacia las antiguas divinidades femeninas. Este fenómeno de vuelta a la entraña materna, es sin duda una de las causas determinantes de la rápida popularidad del culto a la Virgen. La Virgen católica es también una Madre (Guadalupe-Tonatzin la llaman aun algunos peregrinos indios) pero su atributo principal no es velar por la fertilidad de la tierra sino ser el refugio de los desamparados. Todos los hombres nacimos desheredados y nuestra condición verdadera es la orfandad, pero esto es particularmente cierto para los indios y los pobres de México. El culto a la Virgen no solo refleja la condición general de los hombres sino una situación histórica concreta, tanto en lo espiritual como en lo material. Y hay mas: Madre universal, la Virgen es también la intermediaria, la mensajera entre el hombre desheredado y el poder desconocido, sin rostro: El Extraño.

Si la Chingada es una representación de la Madre violada, no parece forzado asociarla con la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias. El símbolo de la entrega es la Malinche, la amante de Cortes. Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados. Cuauhtémoc y doña Marina son así dos símbolos –antagónicos y complementarios. Y si no es sorprendente el culto profesado al joven emperador – “único héroe a la altura del arte”, imagen del hijo sacrificado-, tampoco es extraña la maldición que pesa contra la Malinche. De ahí el éxito del adjetivo despectivo “malinchista”.

Los malinchistas son los partidarios de que México se abra al exterior: los verdadero hijos de la Malinche, que es la Chingada, en persona. La extraña permanencia de Cortes y de la Malinche en la imaginación y en la sensibilidad de los mexicanos actuales revela que son algo mas que figuras históricas: son símbolos de un conflicto secreto, que aun no hemos resuelto. Al repudiar a la Malinche – Eva mexicana, según la representa José Clemente Orozco en su mural de la Escuela Nacional Preparatoria- el mexicano rompe sus ligas con el pasado, reniega de su origen y se adentra solo en la vida histórica.

El mexicano no quiere ser indio ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en si mismo. Es pasmoso que un país con un pasado tan vivo, profundamente tradicional, atado a sus raíces, rico en antigüedad legendaria si pobre en historia moderna, solo se conciba como negación de su origen.

La reforma liberal de mediados del siglo XIX parece ser el momento en que el mexicano se decide a romper con su tradición, que es una manera de romper con uno mismo.[2] Si la independencia corta los lazos políticos que nos unían a España, la Reforma niega que la nación mexicana, en tanto que proyecto histórico, continúe la tradición colonial. Juárez y su generación fundan un Estado cuyos ideales son distintos a los que animaban a Nueva España o a las sociedades precortesianas, El Estado mexicano proclama una concepción universal y abstracta del hombre: le Republica no está compuesta por criollos, indios y mestizos, como con gran amor por los matices y respetos por la naturaleza heteróclita del mundo colonial especificaban las Leyes de Indias, sino por hombres, a secas. Y a solas.

El mexicano y la mexicanidad se definen como ruptura y negación. Y, asimismo, como búsqueda, como voluntad por trascender ese estado de exilio. En suma, como viva conciencia de la soledad, histórica y personal.

En conclusión, podemos identificar quizá cuatro elementos que rigen la conducta del mexicano, cuatro figuras simbólicas que pueden definir la dinámica así como el carácter que nos identifica ante otras culturas: al Macho, La Chingada (o bien simplemente chingar), la figura de la Malinche y a Guadalupe-Tonatzin.



[1] Paz, Octavio. Los hijos de la Malinche

[2] Proceso de restructuración legal y judicial del estado mexicano, de raíz liberal, iniciado por Benito Juárez (1806-1872).

martes, 27 de septiembre de 2011

El grito de Independencia en el Centro Cívico.


Si algún día leen mi lista de cosas que aborrezco en la vida podrán encontrar ruido y aglomeración subrayadas y en negritas. También son las dos palabras que se me vienen a la mente cuando trato de describir este evento. Dicho esto, podrán adivinar lo incómodo que fue para mí el vagar por el Centro Cívico esa noche. No es que no aprecie lo que se supone que se está conmemorando, lo cual creo que pasa a segundo plano y esta fiesta, no importa cuantas banderitas mexicanas se pueda uno encontrar, es una fiesta cualquiera.

En cuanto a la tarea, debo admitir que fue difícil encontrar algo que llamara mi atención específicamente porque
todo es brillante, ruidoso y humeante. Siendo que no pude aislar elementos que me parecieran interesantes per se, las imágenes que les muestro son la representación de el todo caótico que fue mi experiencia (de 15 minutos) en "el grito".



domingo, 25 de septiembre de 2011

Mexicanidad Fotográfica.


Un 16 de septiembre de 1992, tenía 4 años 8 meses aproximadamente.
Me encontraba en un desfile, de mi escuela en aquel tiempo "Emilio Miramontes".
Mi madre me elaboró mi traje de pies a cabeza, claro incluyendo las enormes trenzas, y aquellos vistosos moños. Se que quizá en ese momento no entendía muy bien por qué me tenía que vestir así, y caminar muchas cuadras con mis compañeros, solo recuerdo que me gustaba que me maquillaran y me tomaran muchas fotos.Aunque debo admitir que lo mejor era cuando se terminaba el desfile, y llegábamos a una feria donde convivíamos todos, comíamos y me compraban mi algodón de azúcar.

martes, 20 de septiembre de 2011

La visión de La Malinche, Bonnie Holmes, GHM.

Fragmento de la Gaceta Hispánica De Madrid ISSN 1886-1741

LA VISIÓN DE LA MALINCHE: LO HISTÓRICO, LO MÍTICO Y UNA NUEVA INTERPRETACIÓN

Bonnie Holmes

Textos y contextos hispanoamericanos, Profesor Julio Rodríguez

Otoño, 2005

-“Considerada como uno de los personajes más enigmáticos de la conquista, la figura de la Malinche ha sido construida y re-construida a lo largo de los últimos cuatro siglos, durante los cuales ha sido transformada de una figura histórica en un mito nacional. Por un lado, la Malinche representa la creación de una raza nueva – la mestiza; por otro lado representa la derrota y destrucción del mundo indígena. Desde la Independencia de México en 1821, la Malinche ha sido distorsionada desde ser una figura heroica (como fue percibido por los autores de las crónicas), a un traidora de su raza y la madre simbólica del mestizo.

Unos han intentado vindicar a la Malinche del mito negativo de su traición (La Chingada), utilizando el argumento de que no se puede aplicar el concepto de infidelidad y traición al pueblo indígena durante la época de la Conquista. No existía el concepto de “patria” sino que muchas tribus, queriendo ser libres de la dominación azteca, ofrecieron su ayuda a Cortés y colaboraron en su propia derrota. En este sentido, la Malinche puede ser vista como una mujer inteligente que se rebeló contra los valores tradicionales y patriarcales que la habría restringido al papel de sirviente y concubina. En esta representación, la Malinche representa un intérprete multilingüe, un estratega, el símbolo de la unión de dos culturas, y un icono de ideología feminista.

A través de la escritura contemporánea, vemos una nueva Malinche – una mujer activa con una voz propia que rechaza la pasividad de su sexo, elige su propio destino y se transforma a sí misma pasando de ser una esclava a una mujer que cambió la historia de un continente entero. A pesar de ser ficción, estas obras nos dan una idea mejor de quién realmente era ella – una víctima que fue traicionada, decepcionada, esclavizada y violada durante su vida, y otra vez traicionada y calumniada después de su muerte: La Malinche merece ser vista con nuevos ojos – merece ser vista como la mujer fuerte e inteligente que era – una mujer que sobrevivió a pesar de circunstancias casi imposibles y que sirve como ejemplo para mujeres en el futuro.”-

- - Seleccione este fragmento en especial debido a que a mi parecer, es en resumen, una excelente descripción de la Malinche.

https://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:F062DKYqRBcJ:cat.middlebury.edu/~gacetahispanica/trabajos/LavisiondeLaMalinche_Bholmes.pdf+la+verdad+malinche&hl=en&gl=mx&pid=bl&srcid=ADGEESjkpbMBu7p_mr1xUKcxq5wafdG1nAaMXFcGy4aUNHNZyAhyYBD-uf-h5S9UHRR7_x0jj0HSorT8S58OHmhypHTYJ09i8OSdFuWBqUiURFgJzZBraWcfWfzs002yAL8ZXevZ0nBE&sig=AHIEtbQ6QLb3da4gFbUicmUkW9HAjvwe1A

lunes, 19 de septiembre de 2011

El Grito de Independencia, centro Cívico.


A pocas cuadras del lugar donde sería el grito, ya transitaba bastante gente, desde niños en carriola, jóvenes y gente mayor, algunos con trajes; como la falda blanca, con los tres listones verde, blanco y rojo, las típicas trenzas y en el cachete pintado la bandera de México. Respecto a la vestimenta del hombre, la mayoría de los niños también tenían el cachete pintado con la bandera, algunos vestidos de mariachi o con sus sombreros, carrilleras y grandes Bigotes.

La venta de productos fue algo muy notorio, desde las sabrosas fritangas asta el juguete con luz más nuevo. La verdad es que yo ya había olvidado que era ir a ese evento, y al volver comenzaron a llegarme recuerdos, buenos recuerdos, de cuando iba con mis papás y hasta llevábamos sillas, esa emoción, esa tradición, la cual se a ido desapareciendo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cielos Precolombinos


Los dioses para los aztecas eran dos: Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, encargados de señalar a que cielo o infierno enviarían al difunto. Mientras esto ocurría, sólo se permitía llegar a Mictlan, que significa lugar de la muerte donde deberían purificarse y posteriormente, pasarían a alguno de los trece cielos de los que nos habla la cultura azteca o a alguno de los nueve infiernos, según su comportamiento en vida.

Los muertos iban a diferentes moradas según las circunstancias de la muerte. Cada una de estas moradas estaba conectada con dioses propios y la manera en que mueren los distintos individuos se puede entender como el medio con que estos dioses los incorporan a su séquito.

El Tlalocan conocido como el paraíso de Tláloc, se encontraba situado en el primero de los cielos ubicado por encima de la superficie de la tierra, en donde también se encontraba la luna, además el Tlalocan se identificaba con el oriente, pues creían que los dioses de la lluvia se encontraban en lo alto de las montañas, en donde se juntan las nubes.

De este lugar procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida en la tierra. Las personas que morían ahogadas o por hidropesia iban a morar a este paraíso. También acogía a los que morían de la enfermedad de la lepra. Se trata de un enclave placentero, donde pueden verse toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía (semilla de una especie de salvia que se usa en México como refresco), frijoles y más productos. La vida allí era enteramente feliz

El Tlalocan fue comparado por los misioneros españoles con el paraíso terrenal; era como un jardín abundante de agua y lleno de flores. Había un agua que hacia crecer las plantas y producían buenas cosechas.

Fuente.

http://www.alamotemapache.gob.mx/cms/index.php?option=com_content&view=article&id=8%3Atejiendo-tradiciones&catid=4%3Atradiciones&Itemid=14&limitstart=11

http://es.wikipedia.org/wiki/Tl%C3%A1loc


Chantal Espinosa González.

Malinche

LA MALINCHE
Malinche fue la hija de un cacique mexicano entregada a Cortés como esclava. Ella hablaba la lengua nahuatl, de los aztecas, y la maya. Entre los españoles había un sacerdote que había vivido algunos años con un pueblo de lengua maya. Malinche traducía de la lengua azteca a la maya y luego el sacerdote traducía del maya al español. la colaboración de Malinche con los conquistadores de su pueblo dio lugar a una leyenda conocida como La maldición de Malinche.

La Malinche, Malinalli, Malintzin y doña Marina; esos nombres refieren a la mujer que nació c. 1505 en una familia azteca, de cuna noble. La fecha y localización exactas de su nacimiento no son ciertas por la falta de no tener archivos exactos. Tampoco son ciertas las circunstancias de su vida antes de llegar los españoles.
Según Castillo, el autor del famoso libro, La verdadera historia de la conquista de México, su padre era un cacique, pero falleció cuando la niña era joven. Luego, su madre se casó con otro cacique y dio a luz a un niño. Para que el varón obtuviera el puesto de poder en la familia, su madre dijo que Malinalli había muerto y la envió, calladamente, afuera del pueblo para ser esclava. Eventualmente, Malinalli se encontró en Tabasco, esclava de un cacique. En el año 1519, Cortés llegó a Veracruz, y Malinalli fue parte de un grupo de veinte mujeres regaladas a él. Éste es el punto
Cuando Cortés recibió las mujeres, le dio Malinalli a su capitán, Alonzo Hernando Puertocarrero; pero después, Malinalli se quedaría al lado de Cortés. Fue bautizada y obtuvo el nombre de doña Marina. Como traductora, Malinalli ayudaba a Cortés porque sabía las lenguas maya y náhuatl; al mismo tiempo, aprendía el español rápidamente. Como aconsejadora, avisaba a Cortés en los costumbres de los aztecas. Como amante, Doña Marina dio a luz a un niño que se llamó Martín, el hijo de Cortés.
Después de la Conquista de México, Malinalli acompañó a Cortés a Hibueras, donde se encontró a su familia y perdonó a su madre por lo que hizo. Luego, se casó con Juan Jaramillo en el pueblo de Ostotipec; tuvieron una hija. Doña Marina se murió en el año 1530, once años después de los primeros pasos que tomó Cortés en el Nuevo Mundo. Sin embargo, doña Marina se quedará en la historia de la Conquista sin igual; históricamente.
Durante la vida de La Malinche, ocurrieron muchos eventos significantes; no sólo para los europeos, además para los aztecas y otras culturas indígenas occidentales. Fue el “descubrimiento” de nuevas tierras por Colón en 1492 que desarrolló la serie de eventos que se llama La Conquista. El rumor del “Nuevo Mundo” causaba mucha curiosidad e intriga entre la gente europea, y por eso, ellos empezaron a explorar el Occidente.
Durante esta época, la cultura azteca florecía. Tuvo una forma de gobierno autocrático con Moctezuma Xocoyotzin encabezándolo. La capital, México-Tenochtitlán, era una ciudad enorme, con tianguis, pirámides y edificios espectáculos, y una población de casi 300,000[1] personas. La ciudad fue rodeada por el agua de dos lagos localizados en el valle de México. Moctezuma, el noveno monarca mexica, creía ardorosamente en la profecía del retorno del dios Quetzalcóatl, que debería haber regresado en una caña, o ce acatl, en la lengua náhuatl. Esta fecha mítica cayó, por casualidad, en el mismo año que desembarcaron Cortés y sus conquistadores en Veracruz.

La Conquista de México empezó en 1519, cuando Malintzin tenía más o menos catorce años. España había establecido puertos en el Caribe unos años antes, pero no hubo explorado mucho del interior del continente. Con la llegada de Hernán Cortés a México, la faz del Occidente fue cambiado para siempre. Él y sus soldados marcharon rumbo Tenochtitlán, en una campaña bajo el propósito de conquistar todo y enriquecerse; llegaron a la ciudad el 8 de noviembre de 1519. Unos eventos destacados de la Conquista son la Matanza del Templo Mayor, la viruela, la muerte de Moctezuma, y la Noche Triste. La Conquista de México-Tenochtitlán terminó dos años después en 1521. IV Su importancia en la cultura de México
El tema de La Malinche es uno de los más polémicos de todos. Es cierto que sus acciones tuvieron un impacto profundo en la historia de México. Por la mayor parte, su personificación lleva un tono negativo. La Malinche es considerada traidora de la cultura indígena, la madre de los mestizos, y una heroína al mismo tiempo; pero su definición depende en la persona que habla de ella. Hay muchas interpretaciones diferentes que pertenecen a la Malinche. Históricamente, la Malinche representa la clave de la Conquista; pero hay muchos que consideran la Conquista una violación enorme. Recientemente, ha habido esfuerzos para rehacer su imagen, pero ha sido arduo porque casi quinientos años de maldición son difíciles de borrar.
Doña Marina ayudó a Cortés a conquistar México. Sus acciones representan a muchos el gran pecado. Conjuntamente, su nombre es sinónimo de traidor. Un malinchista es una persona que prefiere venderse por lo extranjero. Una persona puede venderse su raíz, su patria o sus morales para ser considerada malinchista. Además, la Malinche dio a luz a Martín Cortés, el hijo de Hernán Cortés. Por esa razón, es considerada la madre de los mestizos aunque hubo otras mujeres violadas durante la Conquista. Con tanto en su contra, sería terriblemente trabajoso cambiar el paradigma.

Krisna Mendoza

Deidades Femeninas

DEIDADES FEMENINAS MAYAS
 “La condición de la mujer mexica y maya vista a través de las diosas”
Investigó las concepciones religiosas, en especial el papel que desempeñaron las deidades femeninas en el imaginario colectivo en la civilización maya y en la cultura mexica para comprender la condición femenina en una sociedad concreta.
                
 
Chicomecóatl, en náhuatl ‘siete-serpientes’, la diosa mexica de la subsistencia, en especial del maíz, principal patrona de la vegetación y, por extensión, diosa también de la fertilidad.
Chicomecóatl era la parte femenina de Centéotl.
Se la podía llamar también Xilonen (‘la peluda’), refiriéndose a las barbas del maíz en vaina, se la consideraba «joven madre del jilote [maíz tierno]», así era protectora de una de las fases del ciclo del maíz. Xilonen también podía ser llamada Centeocíhatl y se encontraba casada con Tezcatlipoca
Otra forma asociada a Chicomecoatl es Ilamatecuhtli (‘la señora de la falda vieja’) la mazorca madura, cubierta por hojas arrugadas y amarillentas.

Tlazoltéotl (en náhuatl "Devoradora de la Mugre") diosa mexica de la tierra, el sexo y el nacimiento en la cultura azteca. Era la diosa que eliminaba del mundo el pecado y la diosa más relacionada con la sexualidad. Relacionada con la Luna.

Xōchiquétzal (náhuatl: Xōchiquétzal, 'flor hermosa' )? su nombre significa Xochitl, flor y Quetzal, hermosa; 'pájaro florido', 'flor y pluma rica' o 'flor hermosa', y es la joven diosa de la belleza, las flores, el amor, el placer amoroso, y las artes.[1] [2] Es una de las dos diosas relacionada con la fertilidad de la naturaleza y la belleza, quizás por ello se le representa como hija o esposa de Centéotl. Xochiquétzal, “flor preciosa”, nació de los cabellos de la diosa madre.

Citlalicue (náhuatl: Citlalicue, 'vestida de estrellas' )?, Citlalinicue, o Citlalcueye era una diosa mexica, creadora de las estrellas.
Alguna referencias describen a Citlalatonac (náhuatl: Citlalatonac, 'brillo de estrellas' )? como el marido de Citlalicue, y también creador de las estrellas. Otras aseguran que Citlalatonac es simplemente otro nombre de la misma diosa.[1]
A veces se considera a Mixcóatl, también patrono de la Vía Láctea como esposo de Citlalicue.[1]
Esta pareja de dioses a veces se asocia con la primera de humanos, Nata y Nena.
Ilamatecuhtli (náhuatl: Ilamatecuhtli, 'señora vieja' )? podría ser uno de los nombres de Citlalicue, de Cihuacóatl o de Chicomecóatl.[1]


Coyolxauhqui (náhuatl: Coyolxāuhqui [kojoɬˈʃaːʍki], 'cara pintada con cascabeles' )?1 es unadiosa mexica lunar. En la mitología nahua, Coyolxauhqui era hija de la diosa madre Coatlicue y regente de los Centzon Huitznáhuac, sus hermanos y dioses de las estrellas. Se representa como una mujer desmembrada, ya que su hermano Huitzilopochtli la descuartizó y arrojó su cabeza al cielo, pues ella y sus otros hermanos planeaban matar a su madre Coatlicue tras quedar ésta embarazada de Huitzilopochtli de un modo que consideraban deshonroso, por medio de una bola de plumas que guardó en su seno.

Cōātlicuē es una divinidad mexica, madre de Huitzilopochtli. Su nombre significa en náhuatl 'La de la falda de serpientes' (coatl) serpiente, (i-) posesivo tercera persona y (cueitl) falda. Diosa terrestre de la vida y la muerte. También recibía los nombres de Tonāntzin 'nuestra (to-) venerada (-tzin) madre (nān-)' y Teteōīnān 'madre (nān-) de los dioses (teteō-)'.
Era representada como una mujer usando una falda de serpientes y un collar de corazones que fueron arrancados de las víctimas de los sacrificios. Tenía garras afiladas en las manos y los pies. Coatlicue era una diosa madre para los mexicas. Su esposo era Mixcóatl, la serpiente de las nubes y dios de la persecución. Como virgen, alumbró a Quetzalcóatl y Xólotl.
Es la parte femenina de la dualidad universal: Quetzalcoatl/Cihuacoatl, o mujer serpiente.
Diosa de la tierra y la fertilidad, también muestra un lado más sombrío, en diversas representaciones la mitad de su rostro es de mujer y la otra mitad muestra un cráneo descarnado, pensando en la descomposición y degradación que hace de la tierra fértil en primer lugar. Coatlicue, diosa madre, es un claro ejemplo de la dualidad en la cual la cosmología precolombina parece basarse, la intrínseca relación vida y muerte, dos caras del mismo concepto.

Cihuacóatl, Chihucóatl o Ciucóatl es una divinidad azteca, considerada la protectora de los partos y las mujeres fallecidas al dar a luz.
Este ser mitad mujer, mitad serpiente es considerado como el primero en dar a luz. Ayudó a Quetzalcóatl a construir la presenta era de la humanidad, moliendo huesos de eras previas y mezclándolos con sangre. Es madre de Mixcóatl, al que abandonó en una encrucijada de caminos. La tradición cuenta que regresa frecuentemente para llorar por su hijo perdido, pero sólo encuentra un cuchillo de sacrificios. Ciucóatl regía sobre el Cihuateteo, el lugar donde perecían las mujeres nobles que habían muerto durante el parto.
También dice la leyenda que surgió de forma fantasmal para advertir sobre la destrucción del imperio de Moctezuma, tomando después el popular nombre de La llorona. Su aspecto es el de Ilamatecuhtli, Toci y Tlazolteotl y obtiene el título de viceregente de Tenochtitlan.

Mayalen fue la diosa mexica del maguey, y por extensión, de la embriaguez. Es una de las deidades relacionadas con la tierra, y en ese sentido, está hermanada con otras como Tonantzin (madre de los dioses), Cihuacóatl (la patrona de las mujeres muertas en el parto) y Tlazoltéotl (la señora comedora de inmundicias, que tal es el significado de su nombre). En tanto que divinidad del mundo vegetal, es también una diosa de la fertilidad. Por ello, comparte atributos con Xilonen e Ilamatecuhtli, patronas del maíz; y con Chicomecóatl, la señora Siete Serpiente y patrona de los mantenimientos (también diosa de la tierra).
Mayalen era representada como una joven con el cuerpo pintado de azul que se asomaba por una penca de maguey. Sus atributos eran la doble cuerda en una de las manos, el malacate de algodón sin hilar, y las manchas amarillas en su cara. Algunas veces era representada con una nariguera de jade y cargando una vasija de barro. Todos estos atributos los comparte con otras divinidades como la señalada Tlazoltéotl, y especialmente con Chalchiuhtlicue, la patrona de las aguas terrestres. Como estas dos divinidades, Mayáhuel era signo de la mala suerte. Aquél que nacía en un día relacionado con esta diosa, seguro habría de terminar mal: el malacate de algodón y las dos cuerdas significan adulterio y perdición, derivadas en la cosmogonía mexica con la embriaguez.
El esposo de la diosa del maguey era Patécatl, que designaba en náhuatl algunas hierbas que se agregaban al aguamiel del agave para producir el pulque. Sus hijos eran los Centzon Totochtzin, o los Cuatrocientos e Incontables Conejos, a los que amamantaba (con pulque, desde luego) a través de los muchos pechos que supuestamente poseía.

Krisna Mendoza

La Malinche

Malinalli Tenépatl, también conocida como Malintzin, la Malinche o Doña Marina (c.1505 - c.1529), nació posiblemente en Coatzacoalcos, Veracruz, quizá en la clase alta de la sociedad mexica. Según Bernal Díaz del Castillo, los padres de Malintzin eran señores y caciques de un pueblo llamado "Painala".

Fue cedida como esclava al cacique maya de Tabasco después de una guerra entre los mayas de Potonchán y los aztecas de la zona de Xicalango. Malintzin fue parte de un tributo cedido al cacique Tabscoob, al resultar este ganador, pues esa era la tradición entonces. Fue dada como tributo siendo todavía niña, por lo que hablaba con fluidez su lengua materna, el náhuatl, y la lengua de sus nuevos amos, la maya.

Como tal esclava fue regalada a Hernán Cortés el 15 de Marzo de 1519 por el cacique de Tabasco, junto con otras 19 mujeres, algunas piezas de oro y un juego de mantas, después de que Cortés derrotara a los tabasqueños en la llamada " Batalla de Centla". Tras bautizarla e imponerle el nombre de "Marina" fue regalada a su vez a Alonso Hernández Portocarrero, uno de sus capitanes, Cortés descubre que Malintzin habla náhuatl y empieza a utilizarla como intérprete náhuatl-maya, ocupándose Jerónimo de Aguilar (náufrago español que había estado cautivo y que fue rescatado por Cortés en Cozumel) de la traducción maya-español. Así, con el uso de tres lenguas y dos intérpretes, se llevaron a cabo todos los contactos entre españoles y aztecas, hasta que Malintzin aprendió castellano.

Es indudable que, más allá de su servicio como intérprete, Malintzin asesoró a los españoles sobre las costumbres sociales y militares de los nativos, y posiblemente realizó también tareas de lo que hoy llamaríamos "inteligencia" y "diplomacia", jugando un papel importante durante la primera parte de la conquista.

Fuente.

http://es.wikipedia.org/wiki/La_Malinche


Chantal Espinosa González