Los dioses para los aztecas eran dos: Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, encargados de señalar a que cielo o infierno enviarían al difunto. Mientras esto ocurría, sólo se permitía llegar a Mictlan, que significa lugar de la muerte donde deberían purificarse y posteriormente, pasarían a alguno de los trece cielos de los que nos habla la cultura azteca o a alguno de los nueve infiernos, según su comportamiento en vida.
Los muertos iban a diferentes moradas según las circunstancias de la muerte. Cada una de estas moradas estaba conectada con dioses propios y la manera en que mueren los distintos individuos se puede entender como el medio con que estos dioses los incorporan a su séquito.
El Tlalocan conocido como el paraíso de Tláloc, se encontraba situado en el primero de los cielos ubicado por encima de la superficie de la tierra, en donde también se encontraba la luna, además el Tlalocan se identificaba con el oriente, pues creían que los dioses de la lluvia se encontraban en lo alto de las montañas, en donde se juntan las nubes.
De este lugar procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida en la tierra. Las personas que morían ahogadas o por hidropesia iban a morar a este paraíso. También acogía a los que morían de la enfermedad de la lepra. Se trata de un enclave placentero, donde pueden verse toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía (semilla de una especie de salvia que se usa en México como refresco), frijoles y más productos. La vida allí era enteramente feliz
El Tlalocan fue comparado por los misioneros españoles con el paraíso terrenal; era como un jardín abundante de agua y lleno de flores. Había un agua que hacia crecer las plantas y producían buenas cosechas.
Fuente.
http://es.wikipedia.org/wiki/Tl%C3%A1loc
Chantal Espinosa González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario