Malinche, Indígena mesoamericana, intérprete , asesora, intermediaria y compañera de Hernán Cortés, cuya labor fue fundamental y eficaz en el proceso de la conquista de México.
Nacida en el año 1496 ó 1505 con el nombre de Malinali, o Doña Marina fue una mujer de la costa del Golfo de México, era hija de un cacique feudatario del Imperio azteca y su lengua era el náhuatl. El tratamiento reverencial que recibía convertía su nombre en Malintzin (de donde, en la deformación castellana, resultó Malinche).
Malinche fue vendida por sus padres a un cacique de Tabasco, donde aprendió la lengua maya propia del territorio. Cuando el conquistador Hernán Cortés llegó a la zona, el 12 de marzo de 1519, recibió como presente veinte jóvenes esclavas, entre las cuales se encontraba quien, pese a que fue bautizada como Marina, pasaría a ser más conocida como Malinche.
Las jóvenes fueron repartidas entre los hombres de Cortés, resultando Malinche asignada a Alonso Hernández Portocarrero, quien tuvo que marchar a España comisionado por Cortés , en julio de 1519. Desde entonces, Malinche se convirtió en la amante de Cortés, así como en su intérprete. En un principio contó con la colaboración en la traducción de Jerónimo de Aguilar, pero pronto habló la lengua de los españoles.
Según registros Malinche se enteró de varios planes indígenas para destruir al ejército español de Hernán Cortés, quien alertado del peligro por su aliada Malinche engañó a los indígenas con el fin de llevarlos hacia una emboscada.
En 1523, Malinche tuvo un hijo de Cortés, Martín, el primogénito aunque ilegítimo del conquistador. En 1524 participó en la expedición junto a Cortés en busca del rebelde Cristóbal de Olid. Por entonces, fue repudiada por Cortés y se casó con uno de sus hombres de confianza, Juan Jaramillo, de quien dio a luz una hija, llamada María, poco antes de fallecer.
Hoy en día, la palabra "malinchista" se utiliza en México para identificar a los que traicionan a su país y sus orígenes: los que mezclaron su sangre y su cultura con europeos y otras influencias extranjeras. Muchos historiadores creen que Malinche habría salvado a su pueblo, ya que sin alguien que fuera capaz de conciliar las dos partes en disputa habría habido una mayor rivalidad y aniquilamiento de los pueblos indígenas de México. El imperio azteca fue destruido, pero el pueblo azteca, la lengua, la historia y la cultura todavía existen hoy en día, gracias en parte a los esfuerzos diplomáticos de Malinche.
Reflexion:
Se ha calificado de malinchista a quien antepone y prefiere “lo extranjero” a lo nacional. Este puede ser también un uso bastante equivocado. En primer lugar, no tendría un valor especifico puesto que es un hecho que no necesariamente tener un aprecio por la cálidad de un producto o un bien extranjero implique en lo más mínimo dejar de valorar lo que el país ofrece. Por lo mismo, la aplicación del calificativo mencionado tendría algún sentido cuando se trate de individuos cuya valoración de “lo extranjero” es desproporcionada y generalizada. Puede decirse que una cualidad notable en una persona centrada y de criterio universal es precisamente estar en posibilidades de apreciar o valorar las aportaciones que otros países y regiones han hecho a la cultura mundial. Escuchar música en otros idiomas, de otras épocas; saborear los productos de la cocina europea o asiática; identificarnos con la obra artística de algún autor de otro continente no nos hace menos mexicanos ni nos demerita como ciudadanos de este país. El mundo ofrece una variada y rica mezcla de colores, aromas y sabores que todos podemos disfrutar sin menospreciar los valores y la cultura mexicana.
Nacida en el año 1496 ó 1505 con el nombre de Malinali, o Doña Marina fue una mujer de la costa del Golfo de México, era hija de un cacique feudatario del Imperio azteca y su lengua era el náhuatl. El tratamiento reverencial que recibía convertía su nombre en Malintzin (de donde, en la deformación castellana, resultó Malinche).
Malinche fue vendida por sus padres a un cacique de Tabasco, donde aprendió la lengua maya propia del territorio. Cuando el conquistador Hernán Cortés llegó a la zona, el 12 de marzo de 1519, recibió como presente veinte jóvenes esclavas, entre las cuales se encontraba quien, pese a que fue bautizada como Marina, pasaría a ser más conocida como Malinche.
Las jóvenes fueron repartidas entre los hombres de Cortés, resultando Malinche asignada a Alonso Hernández Portocarrero, quien tuvo que marchar a España comisionado por Cortés , en julio de 1519. Desde entonces, Malinche se convirtió en la amante de Cortés, así como en su intérprete. En un principio contó con la colaboración en la traducción de Jerónimo de Aguilar, pero pronto habló la lengua de los españoles.
Según registros Malinche se enteró de varios planes indígenas para destruir al ejército español de Hernán Cortés, quien alertado del peligro por su aliada Malinche engañó a los indígenas con el fin de llevarlos hacia una emboscada.
En 1523, Malinche tuvo un hijo de Cortés, Martín, el primogénito aunque ilegítimo del conquistador. En 1524 participó en la expedición junto a Cortés en busca del rebelde Cristóbal de Olid. Por entonces, fue repudiada por Cortés y se casó con uno de sus hombres de confianza, Juan Jaramillo, de quien dio a luz una hija, llamada María, poco antes de fallecer.
Hoy en día, la palabra "malinchista" se utiliza en México para identificar a los que traicionan a su país y sus orígenes: los que mezclaron su sangre y su cultura con europeos y otras influencias extranjeras. Muchos historiadores creen que Malinche habría salvado a su pueblo, ya que sin alguien que fuera capaz de conciliar las dos partes en disputa habría habido una mayor rivalidad y aniquilamiento de los pueblos indígenas de México. El imperio azteca fue destruido, pero el pueblo azteca, la lengua, la historia y la cultura todavía existen hoy en día, gracias en parte a los esfuerzos diplomáticos de Malinche.
Reflexion:
Se ha calificado de malinchista a quien antepone y prefiere “lo extranjero” a lo nacional. Este puede ser también un uso bastante equivocado. En primer lugar, no tendría un valor especifico puesto que es un hecho que no necesariamente tener un aprecio por la cálidad de un producto o un bien extranjero implique en lo más mínimo dejar de valorar lo que el país ofrece. Por lo mismo, la aplicación del calificativo mencionado tendría algún sentido cuando se trate de individuos cuya valoración de “lo extranjero” es desproporcionada y generalizada. Puede decirse que una cualidad notable en una persona centrada y de criterio universal es precisamente estar en posibilidades de apreciar o valorar las aportaciones que otros países y regiones han hecho a la cultura mundial. Escuchar música en otros idiomas, de otras épocas; saborear los productos de la cocina europea o asiática; identificarnos con la obra artística de algún autor de otro continente no nos hace menos mexicanos ni nos demerita como ciudadanos de este país. El mundo ofrece una variada y rica mezcla de colores, aromas y sabores que todos podemos disfrutar sin menospreciar los valores y la cultura mexicana.
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