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viernes, 12 de octubre de 2012

Independencia.

Hablar de independencia es hablar acerca de algo que en ese entonces, carecía de forma y de nombre para mi. Muchos vivimos dentro de ella, la saboreamos día con día, pero no estamos plenamente conscientes de como se ve, como se siente, como se escucha o a que sabe. Suena a corridos, rancheras, rock, risas, maldiciones y palabras soeces, igual de tintes violentos como de un humor negro típico de nuestro país.  Suena a las voces que en instantes se difuminan con el de otras en un río de multitudes que coquetean los precios de los mismos productos que vemos todos los días a precios el triple de lo accesible, y por ende, diez veces más ilícito al comprar. Me sabe no solo a platillos de una cenaduría un viernes a las 2 de la mañana con olor a especias que perfuman el aire, si no también a aquello que todos en algún punto nos dicen que no debemos comer y dos horas más tarde lo lamentamos con un vaso lleno de sales que evocan cientos de burbujas milagrosas para aliviar la hinchazón. Me huele a pólvora un 15 de septiembre, al aceite quemándose lentamente al fuego de nuestros platillos en el hogar de los padres de nuestros padres un fin de semana, huele a alcantarillado con la promesa rezagada por meses de ser nuevamente eficiente, eventualmente, como diría cualquiera de nosotros; Me huele a aliento alcoholizado que con la potencia de una voz ronca y un corazón frustrado, adolorido o simplemente deshinbido, evoca canciones del pueblo popular en compañía de otras voces. Huele a madera húmeda de aquellos quienes aún viven en los recovecos de la faena verdosa que pocos o nadie aún desconocen, como también a combustible que nos quema el olfato día a día durante el tráfico pasado mediodía. Se siente a sol tiñendo nuestra piel, resaltando solo la inminente naturaleza de nuestra gente: Todos somos mestizos, y somos hijos del mismo sol.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Recuerdo de la infancia

En un 20 de noviembre alrededor de la edad de 8,9 años yo tenia la ilusión
de arreglar mi bicicleta adornarla con colores y asistir por la mañana a la contingencia
que desfilaria de mi escuela por el dia de la revolucion pero mis maestros de la
primaria Estatal Libertad; me avisaron ami y amis papas que deberia ser Emiliano Zapata
para caminar a modo de lider militar con los demas Personajes y no salirme de la linea.

Entonces desperte ese dia ,ya me habia bañado por la noche y me vesti con camisa roja pantalon
de mezclilla zapatos negros y me pinte un bigote, tome mi carrilleras que mi mama me habia fabricado y senti que estaba listo. Aun con lagañas en los ojos
un revolucionario no podria defender a la patria con vista nublada como la crearian las lagañas entonces con paso aun de civil no anarquista me fui a lavar la cara.
me esperaban los demas caudillos y las adelitas al igual que Pancho Villa por lo que ya viendo mejor decidi ponerme un paliacate en el cuello tomar mi rifle de verdad y agarrar camino
y sufrir las bromas de los otros niños que no iban a la escuela y que veian con mas seriedad el hecho de caminar por la calle, entonces con la pena pensaba en que queria llegar a la meta
para comerme un pico de gallo en el parque y que todo terminara aunque no me despintara el bigote en todo el dia.

Para mi las fiestas conmemorativas mexicanas son un regocijo, una costumbre que a todos nos afecta pero que nos forma como individuos de una nación desde pequeños,
El dia de la revolucion, El dia de la Independencia, La batalla de Puebla, El dia de muertos, son dias felices, que vale la pena recordar.