Nazco en una familia mexicana situada en una época llena de innovaciones. Con un antecedente histórico irrepetible e inigualable. Crezco y como todo ser te vas dando cuenta de las cosas y con ello vas aprendiendo a conocer de dónde es que vienes, dónde estás situado y hacia dónde vas.
Conoces a las personas que conforman tu familia, identificas a los conocidos de los tuyos y te envuelves y desarrollas en un medio nada extraño para ti, donde eres cuidado y protegido.
Al avanzar en edad el conocimiento sobre tus antecedentes históricos empieza su marcha.
Reconoces y eres participe de los eventos que caracterizan a tu país y de lo cual eres pieza importante. Por ejemplo: el asistir con tus padres a dar el grito de independencia un 15 de septiembre por la noche, el acompañar a tus hermanos disfrazados de los grandes de México a un desfile del 20 de noviembre, empiezas a visualizarte en esos acontecimientos tiempo después.
Entras a primaria y la información va haciéndose parte de ti, te plantean que eres mexicano, que personas tiempo atrás pelearon por ti, por tu país, reconoces a Miguel Hidalgo, entre otros.
Coloreas un dibujito de Cristóbal Colón un 12 de Octubre y sientes que es un héroe para todos.
Al pasar el tiempo y avanzar en este cocimiento de tus raíces, vas comprendiendo un sin fin de cosas que antes no te habían explicado, por falta de madurez o que se yo.
Transcurre el tiempo y tú mismo te vas forjando esta idea de conocer y analizar todo lo que tuvo que pasar para verte donde estas. Después te preguntas qué hubiera pasado si nada de eso hubiera ocurrido, de cómo estaríamos hoy en día.
Admiras y te enorgulleces de las raíces, de lo que hace característico al país, pero también te das cuenta de un sin fin de cambios, de los cuales nunca, de niño, pensaste que pasarían. Dejar de participar en celebraciones que se dicen mexicanas, sientes que ya no es una celebración de sucesos, sino un perder de clases, un festejo con amigos, etc...
Te enfrentas con que no todo es tan fácil de comprender y asimilar…
Sigues siendo parte de esa familia, que hoy concibes de otra manera, pero hay algo que no cambia, el hecho de que es tuya y que nada lo cambiará. Lo mismo que con nuestra raíz, de dónde estamos situados y dónde forjaremos y continuaremos haciendo historia.
Vengo de un lugar a donde viajo cada vez que sueño, vengo de una tierra que traspira esfuerzo y melodías, una tierra que reposa entre el cielo y los recuerdos, entre el aire y la historia.
Vengo de un espacio vacío que flota en la abstracción de mis pensamientos y mi alma, un alma que no es mía sino que pertenece a donde vengo, un alma con manchas de colores y raíces profundas que se expanden y crecen en el lugar de mis sueños…
Ilse Vargas
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