Frecuentemente cruzo la frontera, en el trayecto me encuentro generalmente con mujeres de rasgos indígenas que piden dinero o venden cosas. Me sorprende que aún bajo el calor de Mexicali, visten varias capas de ropa. Lo que llama particularmente mi atención es como algunas de ellas cargan a sus hijos pequeños con (el rebozo) una prenda que se cuelgan alrededor del cuerpo y los hombros.
Su resistencia al calor, siempre me ha sorprendido.
Otra característica que he observado es la forma en que se acercan a los carros sin decir ninguna palabra, solo con un bote, sombrero o gorra en la mano. Sus caras siempre son serias y sus ojos se muestran encandilados por la intensa luz del sol.
En otras ocasiones he tenido oportunidad de verlos cerca de los semáforos, listos a tocar su música en cuanto aparezca la luz roja; algunas veces toda la familia va junta caminando en la calle cargando los instrumentos con los que juntos se ganan algunas monedas para su cada día.
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