La composición social de México durante el siglo XVIII se basó en la existencia de las castas. Este término era usado en México para referirse a las diferentes razas que comprendía la sociedad; también era para indicar las clases socioeconómicas. El énfasis español en la sociedad heterogénea no implicaba la coexistencia harmoniosa de las diversas razas, en cambio era para recordarle a la gente colonial y la corona española que México aún es una sociedad jerárquica en el cual cada grupo ocupa un nicho en específico definido primordialmente por raza.
La producción de las pinturas de castas abarca todo el siglo XVIII. Estos trabajos demuestran un complejo proceso de mestizaje o mezcla de razas entre los tres principales grupos que habitaban la colonia: indígena, español y negro. La mayoría de estas pinturas eran comprendidas de dieciséis escenas descritas en lienzos separados, aunque ocasionalmente las escenas eran representadas en una sola, en una superficie compartimentada. Cada escena mostraba un hombre y una mujer de razas distintas con uno o dos de sus progenies y es acompañado por una inscripción que identifica la mezcla racial descrita. La serie sigue una taxonomía progresiva específica: al principio las escenas muestran figuras de razas “puras”, magníficamente vestidos o sumergidos en ocupaciones que indica que son de un status más alto. Y así como los grupos de familia van siendo racialmente mezclados, su estatus social va disminuyendo. En adición de presentar una tipología de razas humanas y sus ocupaciones, las pinturas de castas también incluyen un sistema de clasificación en el cual objetos, comida, flora y fauna son claramente posicionados y etiquetados.
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