Las caritas sonrientes
constituyen un género de la alfarería prehispánica de Mesoamérica que
identifica especialmente a la cultura del Centro de Veracruz, de la cual son
exclusivas. Se trata de pequeñas piezas de barro cocido que representan rostros
humanos sonriendo. En el universo de las representaciones antropomorfas
mesoamericanas son excepcionales, puesto que el arte mesoamericano se
caracteriza por sus retratos hieráticos (se aplica a la expresión o gesto que
no muestra los sentimientos) y por el
esquematismo de las representaciones humanas.
En estricto sentido, no se trata
de representaciones faciales. Las caritas sonrientes constituían parte de
efigies de cuerpo completo, que se desprendieron con el paso del tiempo.
Existen piezas prehispánicas completas con rostros sonrientes, todas procedentes
del centro de Veracruz.
Se desconoce cuál era la función
de estas figuras de cerámica, que se han encontrado en sitios como Remojadas,
Cerro de las Mesas, Nopiloa, El Tajín y Xiutetelco, sitios en los que la
cultura clásica del Centro de Veracruz tuvo su mayor florecimiento. Se han
propuesto varias hipótesis.
(1) Las piezas serían representaciones de
sujetos en trance por el uso de alcaloides en rituales religiosos y
sacrificiales.
(2) Podrían ser representaciones de personajes
importantes provenientes de diversas regiones de Mesoamérica, los cuales se
identifican por el tipo de tocado que portan.
(3) Se trataría de representantes del culto de
las deidades de los alimentos, del juego, y de los placeres, llamados
Xochipilli, Macuilxochitl, y Xochiquetzal por los Aztecas (Alfonso Medellín).
Interpretación del Asesor académico Alfonso Martínez Zúñiga
Universidad Autónoma Metropolitana:
Las sonrisas que muestran las esculturas antropomorfas llamadas ¨caritas
sonrientes¨, encontradas en las cercanías de la pirámide del Tajín, representa
el enigma más atrayente de toda la cultura prehispánica, pues es el único
vestigio en el que hallamos la sonrisa como goce intelectual.
En el códice prehispánico
Magliabecci se registran ceremonias totonacas entre las que se encuentran la fiesta
del volador, el juego de pelota y la fiesta que los indios llaman tlaca
xipeualitzli que quiere decir, ¨Desóllame y comereis¨. El nombre se debe a que
en ella matan a una persona que esta atada a una rueda de piedra por parte de
otra persona, ambas armados con palos en la mano, una vez que lo mataba
procedía a desollarlo y vestirse con su piel para así bailar delante del
demonio que llamaba tlacateu tezcatepocatl . Este ritual fue transmitido por la
cultura tolteca hacia la mexica.
Por otra parte, entre los
fragmentos de las tragedias griegas se conserva el mito del sátiro Marsias.
Tras la muerte de la Gorgona medusa, sus dos hermanas prorrumpieron en quejas
que Atenea comenzó a remedar soplando un hueso de ciervo. Pero la burla se volvió contra Atenea: al
soplar se le deformaba la cara y los dioses se burlaban de ella, por lo cual
tiró al suelo el instrumento, no sin antes maldecir quien osara recogerlo.
El sátiro Marsias lo recogió y
retó a Apolo a un concurso de música, al fin venció el dios y como castigo por
su soberbia a Marsias se le desolló vivo y su piel se colgó de un árbol.
Tanto la fiesta totonaca como el
mito griego contienen elementos en común, Respecto a la flauta si bien no
aparece en la fiesta totonaca, las caritas sonrientes, que empezaron siendo
flautas con embocadura en la parte superior, suplen esta ausencia y agregan el
enigma de la risa, que tiene su correspondiente en la cultura griega con la
risa de Demócrito. En ambos casos, fiesta y mito, hallamos el desuello; en uno
el resultado es el baile, en la otra, nueva armonía.
Según el antropólogo Alfonso
Medellín, las caritas sonrientes
esgrimen una sonaja en alguna de sus manos, siempre en actitud de
hacerla resonar. Junto con la fiesta
totonaca, la de las flautas, desuellos y baile, entonces, vemos las figuras
sonrientes, silbato y la arquitectura de la pirámide Tajín. Todo ello nos
proporciona los elementos para intentar la interpretación de la cultura
totonaca a partir de la totalidad de sus expresiones artísticas.
Por otro lado en la cultura totonaca el número siete significa
familia y sus múltiplos serán las organizaciones del creciente clan totonaco,
todo ello constituye la creación de una nueva organización social.
Entendidos todos los elementos
desde el método del bricolaje, podemos interpretar el conjunto como la lucha
entre los representantes de una organización social caduca (instrumento antiguo
maldecido, por un lado; atadura al pasado, que impone limitaciones a los
hombres, por otro) y los que quieren una vida mejor, una vida nueva, una
organización social (libertad que les permite crear nuevas relaciones sociales
aquí, con instrumentos nuevos y efectivos allá). Y el triunfo de ésta impone la
nueva armonía por la cual se baila y se ríe con la terrible risa.
http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/44_iv_jun_2011/casa_del_tiempo_eIV_num_44_20_22.pdf
http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/44_iv_jun_2011/casa_del_tiempo_eIV_num_44_20_22.pdf
En lo que concierne a la pieza contemporanizada, ésta la lleve a cabo a través de un proceso que involucra las nuevas tecnologías como lo es la utilización de la fotografía digital y su manipulación a través del programa de computo Photoshop, la intervención y manipulación de la imagen de una de las caritas sonrientes, consiste en la resignificación a través del cambio de gesto que proyecta esta carita, invirtiéndo su gesticulación expresa un postura de infelicidad, ello lo provoca otro elemento clave para entender esta expresión, y éste es el emblema del Partido Revolucionario Institucional, (todo lo que ello simboliza, me falto colocar el emblema del PAN y del PVEM) esta composición obedece lo que a mi juicio representa este partido, no creo necesario ahondar en ello en ésta época tan lamentable que la clase política mexicana nos ha sumergido, la situación actual tanto económica como socialmente me hace sentirme afectado al igual que a mucha gente, ello me provoca tener la necesidad de expresarme y he encontrado mediante este ejercicio artístico la forma de hacerlo, otro de los motivos por los que retomo esta pieza es dada la afinidad que tengo con la interpretación que resuelve Alfonso Martínez en torno a la interpretación de estas piezas arqueológicas.
La contemporanizacón de ésta pieza no sólo involucra su manipulación mediante métodos digitales, sino que la transporto más allá al reproducirla como calcomanía, o propa como la conocen los jóvenes, para posteriormente colocarla en los espacios públicos a la que desde un principio esta destinada, la pieza en sí no sólo la contemporanizo desde un soporte dado sino que a ella la he transformado en una imagen que se suma a la inconformidad social que permea mi entorno.
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